miércoles, 5 de agosto de 2009

La cofradía de las cazuelas de caracolitos hermafródicos*



Eran las 5:59. En un minuto lo vería aproximarse por la callecita sin nombre hasta su mesa. Estaba de espaldas a la aparición del sujeto. Quería creerse sorprendida. Efectivamente “de repente” la aparición tuvo lugar. Un “hola” de ambos. Martes había anunciado el noticiero y el calendario. A decir verdad eso poco importa, pero era el “martes, 6 de la tarde, café conocido” de todas las semanas. Asi pasaron meses, no se recuerdan cuantos. A veces palabras, de a ratos miradas, tal vez silencios aburridos, otros comprometedores, que los ponían en topless frente a frente, quizás les quitaba la caparazón.

Eran las 6:59. En un minuto se aproximaría a aquella mesita, siempre callada mientras observaba la voluptuosa cabellera que le daba la nuca. Hoy era(es mi propio recurso…no me jodan, si quiero decir “hoy” y verbos del “ayer” lo hare ella la que) “de repente” llega, o llaga. Toco el hombro del hombre(o la “mujero” en caso de ser una espalda de mujer), al igual que venía haciendo todos los miércoles según decía el calendario y el horoscopower. El poco elocuente “miércoles, 7 de la matina, escalera prototípica” de todo el año. Ante todo silencios, de todos los tipos que se les ocurran, espacios incómodos de afasia cerebral y sentimental, incrementada en forma ascendente(valga la redundancia) en los últimos meses, días, horas, minutos y todo esa cosa que mide el “tiempo”.

Se acercaba a un primer “él” y se exaltaba, lo hacia el segundo “él”, que por cierto no se llamaba Segundo, y no pasaba nada. Miraba entre líneas (no se a que alude este término, si a la Literatura o a la…Literatura) sus braguetas, detalle no menor para un poeta caracoludo o caracornudo, posiblemente. Anuló la teoría de la “L”.

El silencio tiene la cualidad de encender, ergo estos seres eran encendidos. Mas silencio mas incendio, hasta que los bomberos cagaron todo erotismo cuando sintieron olor a semen quemado y prendieron sus sirenas.

Llego el dia en que el “él 1” y el “él 2” se conocieron en el bar, tomando uno que otro vaso de olvido. Entre olvido y olvido, se olvidaron, y lo impostergable (no se para quien, pero es así) sucedió. Fue el 1 y el 2 entrar al baño y besarse con fervorosa química, y química y biología, matemáticas, pero sobre todo lengua. Pero no tuvo igual efecto en ella, que mientras los miraba, opto por morderse los padrastros de las uñas. No importaba, el inodoro era testigo de los húmedos manotazos, pelos y callos de sendos seres empitados.

Ella salió tranquila, chiflo un taxi. No correindo, estaba demasiado absorta en sus dedos para hacer eso. Era Sábao a las 12, y no debía llegra tarde a la cita con él. Otro él. No “Papá Noel”. Vamos a ser concretos y originales: le llamaremos sujeto “él 3”. Pudo ser padre de aquellos. No hubo bar, sólo minibar. No sillas, solosábanas. No coqueteos impúdicos, sólo gemidos.

Salio del bulin y un micro la llevo a su madriguera caracolera. Llego con 2 hojas de lechuga y ¼ de medialunas. Ojala suficiente para alimentar a los caracolitos.


Moraleja: Hasta los hermafroditas asexuados adoran la lechuga y la medialunas…y se comen los padrastros cuando se aburren de más de lo mismo.



*Extracto de la biografia no correspondida de Lionel Hutz




Saludoides intercostales par de matrañas ingenuas...



-----no sean tan picarescos mosquitos!!!-----

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